Había intentado creer en esa patraña del amor, me había esforzado
a fondo, había dado todo de mí, pero cada vez que vuelvo a intentar creer en lo que algunos llaman “amor”
me llevo una decepción enorme.
Y es que el amor es algo intangible y necesito creer en
cosas que puedo tocar, sentir, medir, probar…
Así que cuando la oportunidad de volver a tener momentos de pasión
con el causante de muchas lagrimas y penas, ni siquiera lo pensé… simplemente
lo hice.
Y aclarare algo, no se trataba de desquitarme de algo; sino más
bien de igualar las cosas.
(Está de más decir que conocía sus debilidades y secretos)
Cuando se trata de los hombres, tengo un claro sentido de
cómo me gusta incitarlos y llevarlos al límite; se perfectamente que hacer, decir
y tocar para tenerlos justo donde yo los quiero.
“Acaríciale la bragueta a un hombre y será tuyo por un rato,
acaríciale el ego y será tuyo por siempre”