Entonces levante el rostro, después de no hacerlo por un tiempo y ahí estaba, mirándome como siempre lo había hecho, pero a la vez tan diferente... y así en silencio nos dimos permiso de mirarnos. Y sonrió y esa sonrisa tan suya se contagio en mi.
Había pasado no se cuanto tiempo, desde la primera vez que nos vimos, ese día se mostró inmutable, como si ninguno de mis encantos le fuera atractivo. Me había hecho a la idea de que las personas como el no se interesaban en personas como yo.
Y ahí estábamos, mirándonos de extremo a extremo del lugar y diciéndonos todo sin decirnos nada.
Y de pronto entendí, entendí todas esas miradas donde compartíamos una chispa y que había dejado de notar...
¿Cuantas veces me habría mirado justo como lo hacia ahora y yo no notaba eso?, siempre estuvo ahí, en silencio, sin dar señal alguna de interés y mientras por dentro su piel hervía. Caí en cuenta de pronto que yo había estado conteniendo el aliento por él, por este momento, hacia no se cuanto tiempo.
Y todo comenzó a cobrar sentido, cada mirada, cada sonrisa, cada frase, cada roce accidental; de pronto sentí su aroma tan cerca de mi, que gire el rostro y antes que pudiera decir nada, sus labios se pegaron a los míos, primero como probando, se alejo solo un segundo quizá menos y sin darme oportunidad de decir nada... volvió a besarme con toda la intensidad posible. Y la música y el ruido, y todo aquello que nos envolvía desapareció y durante el tiempo que duro ese beso... que pareció ser eterno y a la vez tan efímero, solo sentía, no había espacio para nada mas que sentir y vivir ese momento. Supe que algo había cambiado irremediablemente, no estaba segura de que tanto o cuan grande era; pero también que valía la pena averiguarlo...