Sacré et pensée mystique

Sacré et pensée mystique

martes, 14 de septiembre de 2010

Recuerdos... solo eso

Cuando escuche que había llegado esa sensación diferente invadió mi cuerpo, empezamos a hablar de todo y de nada, de nosotros y ciertas bromas que hacían los momentos más sencillos, y de pronto nuestra conversación regreso a esos recuerdos tan nuestros, sobre cada momento, cada caricia, cada sabor, cada sonrisa, cada beso, como si los recuerdos estuvieran pegados a la piel o impresos en ella.

Siempre sabia que decir para hacerme sonreír, llorar, temblar de placer… y él decía que yo era posiblemente la única persona que lo conocía de tal manera que podía detenerlo con un solo dedo o con una mirada… y que una sonrisa mía le decía tanto… quizá todo.

Nuestro tiempo había sido corto pero enriquecedor, si antes sentíamos conocernos… ahora sabíamos que era así… 

Y estábamos seguros que en otro tiempo, hubiera sido perfecto, pero solo habíamos tenido ese.

Mientras la conversación si seguía siendo sensual, cargada de intensidad, yo mordía mis labios recordando lo que él, con palabras describía, como había tocado mi cuerpo, como yo había saboreado el suyo, como parecíamos sin nada y en segundos exacto lo que el otro deseaba en la cama o quizá no solo ahí.

Moría por volver a hacerlo mío, por recorrer su ancha espalda con mis labios, besar un costado de su cuello, el punto exacto cerca de la oreja que podía hacerlo derretir, descender suavemente por su cuerpo, llegar a su cadera y juguetear por ahí, y de golpe bajar a sus muslos, haciéndolo soltar un gemido de frustración, mezclada con placer, sentir su ser temblar en mis manos… olvidarme de todo y dejarlo que se perdiera en mi, moverme suavemente y hacerlo gritar… mirarlo a los ojos y saber el momento exacto en que llegaría a la cima… y besarlo… ohh por Dios cuanto moría por besarlo, por perderme en sus labios, esos labios carnosos que embonaban perfecto con los míos…

El tema cambiaba y nosotros nos reíamos de las cosas de la vida, de ridiculeces que nos hacían doblarnos de la risa hasta que sintiéramos que las costillas iban a reventar, una parte de mi estaba divertidísima con nuestros chistes… y la otra estaba perdida en el deseo de que me levantara en brazos y me hiciera suya ahí mismo contra la pared, dejando únicamente los tacones que traía puestos porque adoraba vérmelos puestos, sentir sus manos sobre mi piel, y sus labios en mi espalda mientras su manos hábilmente jugaban con ese pedacito de piel en mi abdomen que hacía que me derritiera en segundos.

Pasábamos horas hablando de lo que surgiera, jamás nos quedábamos sin tema de conversación, había silencios… jamás incómodos… tan perfectos como alguna vez fuimos… como la sincronía que teníamos, como cada respiro, como cada suspiro… y entonces el reloj anuncio la hora.

Sin decir nada… nos miramos a los ojos, sonreímos, nos abrazamos por un momento (quizá más largo de lo necesario pero a la vez tan corto) y así, sin más nos dimos la vuelta y cada quien se subió a su auto.

Cuando metí la llave para dar marcha al auto… suspire intensamente y sonreí ampliamente, mientras Michael Buble cantaba en la radio “Hold on, I promise it'll be alright, Didn't they always say we were the lucky ones?"
Y recordé las palabras que alguna vez fueron dichas… “it was just that the time was wrong”… puse la velocidad y repeti en voz alta… the time was wrong…

...Ele...

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